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Lo que hay que decirle al Sr. Obama

José Manuel Ortiz Benítez

Obama no viene a El Salvador por casualidad, ni por una gestión impecable del equipo diplomático del gobierno de El Salvador en Washington. Quizás la diplomacia guanaca haya ayudado, pero hay otra razón de más peso.

Barack Hussein y Michelle Obama vienen a El Salvador, porque El Salvador es un país diminuto que siempre vio a Estados Unidos como una referencia a imitar –para bien o para mal– y por los cerca de tres millones de inmigrantes salvadoreños que forman parte de la gran cotidianidad americana.

Lo más probable es que sea una salvadoreña quien les haga la cama y les lave los platos a los Obama en la Casa Blanca. No sería imposible que a Michelle le llame la atención la mirada de esa señora oriunda de Lomalarga, departamento de La Unión, al oriente de El Salvador.

Las cifras del US Census están plagadas de nuestros con-nacionales: los salvadoreños son ya el segundo grupo hispano más grande de Estados Unidos, sólo superados por los mexicanos.

En realidad, los salvadoreños en Estados Unidos son una masa de hormiguitas dispersas que se mueven en busca de comida y felicidad. La comida la han encontrado, la felicidad tal vez no, pero en cualquier caso, la realidad es que esta mácula de hormiguitas silenciosas mueve mucho peso de un lado a otro, provocando una serie de efectos, que hasta ahora no se habían tomado en cuenta. Desde luego, no en las 4 administraciones anteriores.

Entre 1991 y 2010, esas hormiguitas salvadoreñas inyectaron, como por un tubo, nada menos y nada más, que 40,417,400,000.00 de dólares. Es decir, desde hace 20 años, cerca de 6,000,000 de dólares líquidos han sido inyectados en las venas de nuestra economía, cada día, por esas hormiguitas salvadoreñas en el exterior.

La trans-nacionalidad entre El Salvador y Estados Unidos es tal, que aquella empresita local de 2 aviones ahora es la segunda o tercera aerolínea latinoamericana. Las hormiguitas transnacionales no han construido el imperio que hoy es TACA –ha sido la visión de sus gestores– pero han contribuido a su expansión y crecimiento de manera sustancial.

Las hormiguitas salvadoreñas también han revolucionado el sector de las telecomunicaciones. El tráfico de llamadas, paquetería, envíos, mensajería, etc., de las hormiguitas provocó el aterrizaje masivo de los principales operadores internacionales.

Ahora El Salvador, a pesar de los fallos todavía existentes, es, junto a Chile, el país más avanzado en telecomunicaciones de Latinoamérica. No fue la privatización la responsable del avance tecnológico del sector, sino el movimiento de datos, productos y servicios entre los migrantes en el exterior y sus familiares en El Salvador. Una empresa privada puede crear la mejor red del mundo, pero si no hay clientes, ni usuarios, ni personas a quien cobrarles la factura, lo más probable es que esa red nunca llegue a crearse. Se los digo por experiencia, vivo en un pueblo, cuya población no llega a 130 habitantes –la mayoría de la tercera edad– y aquí nadie se va a molestar en poner ninguna red de fibra óptica, nunca, no hay a quién cobrársela. Un cementerio de residuos tóxicos es lo que nos van a meter.

Las hormiguitas transnacionales también han convulsionado el sistema bancario de El Salvador. En este sector también están presentes los grandes dinosaurios globales: Citibank, BBV, ScotiaBank, HSBC, Bancolombia, etc.

Un banco global no va a un país chiquito y peligroso, si no ve un potencial real para su negocio. Las hormiguitas transnacionales y sus multimillonarias remesas han equilibrado ese riesgo para las grandes redes bancarias. En este país enano, hay tantas transacciones financieras como en el Canal de Panamá, gracias a las hormiguitas salvadoreñas afincadas en el exterior. Si uno cuenta la comisión de cada transacción, aquí hay mucho negocio.

Desgraciadamente, todo este silencioso aporte en la economía y la tecnología por parte de las hormiguitas salvadoreñas en el exterior no ha servido para rescatar a la mayoría de la población de su miseria. Ha servido, tristemente, para crear una economía de consumo feroz y galopante. “El Salvador es el país con más consumo del mundo”, decía recientemente un informe de las Naciones Unidas.

Una economía de consumo es aquella que se basa en el consumo a cualquier precio. Es decir, el énfasis está en consumir, no en producir, y esto a la larga es cavar una gran fosa para enterrarnos a todos vivos. Ya no producimos ni el fríjol, grano básico, insignia de la dieta mesoamericana.

¿Qué es lo que hay que decirle y pedirle, entonces, al Sr. Obama en su visita a nuestro país?

Bueno, hay que pedirle todo eso que se ha dicho en los periódicos: dólares para luchar contra el narcotráfico, cooperación para el alivio de la pobreza, preferencia comercial, dinero para energías renovables y como dice Obama, “last, but not least,” hay que pedirle que dé un telefonazo al Jefe del U.S. Immigration and Customs Enforcement para que dé órdenes a los agentes en la calle de no capturar de forma masiva a nuestras hormiguitas trabajadoras en Maryland, Virginia, Nueva York, California, Texas, Georgia y Florida.

Desde el 2001 al 2010, Estados Unidos ha deportado a más de 150,000 salvadoreños, de los cuales sólo una décima parte tenía antecedentes penales. O sea que hay una despiadada directriz interna en algún rincón del gobierno de Obama de seguir deportando inmigrantes de manera masiva, cuanto más, mejor.

Cada hormiguita trabajadora, sin antecedentes penales, deportada de EE.UU. puede suponer un hueco de hasta 300 dólares mensuales en la economía familiar salvadoreña. Cada inmigrante salvadoreño, deportado, con antecedentes penales, de EE.UU. puede suponer un costo de hasta 500 dólares mensuales en seguridad e estabilidad en la región.

En el 2010, Estados Unidos se quitó de encima a 18,835 salvadoreños, 52 personas cada día, de las cuales 31 trabajaban honradamente y 21 tenían algún tipo de delito en su historial criminal.

Desde el 2006, Estados Unidos viene deportando, no menos de 50 inmigrantes salvadoreños cada día. ¿De dónde han salido estas maras? !Voila!

Dejar de deportar a inmigrantes salvadoreños de forma masiva y permanente puede suponer quizás el programa más efectivo para luchar contra la inseguridad y la pobreza en El Salvador.

Otros artículos de este autor aquí - José Manuel Ortiz Benítez es editor de Salvadoreños en el Mundo
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8 comments :

  1. La cuestión es que también hay inmigrantes ilegales cubanos en Estados Unidos, y por qué ellos no son objeto de persecución?

    El Sr. Funes tiene que abogar por nuestros mojarras ahora que va a tener a Obama en nuestra casa.

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  2. Preferencia para los guanacos en EE.UU.

    El Salvador no puede soportar mas salvadoreños con antecedentes criminales.

    Esto ya esta plagado de muchos de ellos, tienen que llegar a un acuerdo sobre que hacer con los deportados criminales.

    21 criminales al día????

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  3. Honestamente Pienso que Obama va a El Salvador mas preocupado por la violencia que llevamos y traemos a Estados Unidos, no va para agradecer lo bien que trabajamos, va por que demasiado salvadoreños criminales deportan cada dia, por que inclusive desde El Salvador se planean asesinatos en USA, por eso va Obama a El Salvador por que el tampoco ya no aguanta la violencia

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  4. EN VERDAD LOS IMIGRANTES SOMOS ESE CAUDAL DE GENTE QUE POR ALGUN MOTIVO ABANDONó EL PAIS, PERO LOS GOBIERNOS SOLO NOS VEN COMO FUENTE DE REMESAS Y NO COMO SERES QUE TENEMOS DERECHO AUNA OPORTUNIDAD EN NUESTRO PAIS;Y OJALA QUE ESTE GOBIERNO HAGA UN POCO MAS DE LOS ANTERIORES. AUNQUE OBAMA SOLO NO PUEDE Y LOS REPUBLICANOS LO TIENEN CON LA SOGA AL CUELLO..

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  5. exvoZdisp-zo Danielle Sanders Here
    pretabraiber

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