Las deportaciones de salvadoreños de EE.UU. generan inestabilidad en El Salvador
Deportaciones generan clima de inseguridad
El aumento de casos delictivos así como la falta de fuentes de empleo y la reducción de las remesas son los problemas más sentidos por algunas poblaciones de Morazán.
Por Flor Lazo
Durante 2010, Sociedad se convirtió en el municipio más violento del departamento de Morazán. Ese año ocho homicidios se registraron en este poblado y además, se registró un aumento en los casos de extorsión y asaltos.
La tranquilidad de este pueblo y de otros municipios morazánicos como Corinto, San Francisco Gotera y Jocoro se habría perdido desde que llegó a la región un grupo de personas que habían sido deportadas desde Estados Unidos.
Los pobladores de la zona aseguran que muchos de los compatriotas regresaron a sus lugares de origen con la esperanza de establecerse de nuevo en el país, pero al volver se toparon con una cruda realidad: en sus comunidades no había oportunidades de reinserción laboral.
A pesar de ello, algunos repatriados decidieron iniciar pequeños negocios e incluso retomar las labores de labranza en las que se ocupaban cuando eran niños. Otros al no encontrar oportunidades, reconocieron que lo mejor era regresar a luchar por el “sueño americano”.
Otros, sin embargo, se habrían dedicado a organizar estructuras delictivas al involucrar a jóvenes de estas comunidades.
“Ellos lo que hacen es reunir cipotes y pueden influirlos a delinquir, entre estos están pandilleros que han sido deportados de Estados Unidos”, confirmó José Alejandro Argueta, jefe del puesto policial de Sociedad.
Argueta aseguró que el año pasado la Policía logró desbaratar un par de estructuras de pandilleros que se dedicaban a extorsionar y a sembrar miedo entre los pobladores de cantones y caseríos de Sociedad y de Corinto.
Se confirmó que la mayoría era deportada de las cárceles estadounidenses.
Nuevo fenómeno
Para el alcalde de Sociedad, Omar Lazo, varios municipios del departamento que anteriormente se mantenían con el producto de las remesas, ahora se enfrentan a la oleada de deportaciones generadas por las nuevas políticas migratorias de Estados Unidos.
Esta nueva realidad, aseguró, ha generado un problema que los municipios menos desarrollados todavía no están en capacidad de enfrentar.
“Para nosotros, los deportados son un problema que no teníamos anteriormente, pues esto nos ha venido a determinar un desgaste económico en nuestras comunidades”, dijo el alcalde.
El año anterior, Lazo recordó que las fiestas patronales (realizadas en marzo) prácticamente fueron un fracaso debido a las riñas que mantenían grupos delincuenciales, liderados por deportados.
Lazo agregó que con las deportaciones ha bajado la cantidad de remesas, lo que ha repercutido en la economía de las familias de la zona, que ahora han comenzado a dedicarse de nuevo a la agricultura y la ganadería.
El alcalde de Corinto, Gilberto Antonio Sorto, también aceptó que en su municipio algunos repatriados han comenzado a generar problemas de inseguridad, aunque prefiere pensar que la violencia que ahora se vive en estas comunidades forma parte de un fenómeno que ocurre en todo el país.
“En cuanto a los deportados a veces delinquen porque ya vienen afectados de otros países o porque no encuentran fuentes de trabajo, pero eso es una minoría”, señaló Sorto.
Oficialmente, la gobernación de Morazán y las alcaldías locales no poseen estadísticas que hagan cuenta de la cantidad de personas que han sido deportadas desde los Estados Unidos y mucho menos de cuántos de estos repatriados han venido al país a formar sus propias estructuras delictivas.
“En la gobernación no hay registro, ese lo maneja cancillería y el programa de bienvenido a casa, pero no nos hemos comunicado con ellos para solicitarles datos porque consideramos que la situación en este departamento no está muy crítica con relación a la cantidad de deportados que están viniendo”, justificó el gobernador de Morazán, Miguel Ángel Ventura.
La versión del gobernador contrasta con lo manifestado por el alcalde de Sociedad, quien afirma que solo en su municipio existen entre 100 a 200 deportados.
Agregó que no han censado a los repatriados porque no quieren que estos se sientan vigilados o excluidos, pues muchos de ellos presentan tatuajes en diferentes partes del cuerpo, lo cual se convierte prácticamente en un estigma social.
Fuente: LPG
El aumento de casos delictivos así como la falta de fuentes de empleo y la reducción de las remesas son los problemas más sentidos por algunas poblaciones de Morazán.
Por Flor Lazo
Durante 2010, Sociedad se convirtió en el municipio más violento del departamento de Morazán. Ese año ocho homicidios se registraron en este poblado y además, se registró un aumento en los casos de extorsión y asaltos.
La tranquilidad de este pueblo y de otros municipios morazánicos como Corinto, San Francisco Gotera y Jocoro se habría perdido desde que llegó a la región un grupo de personas que habían sido deportadas desde Estados Unidos.
Los pobladores de la zona aseguran que muchos de los compatriotas regresaron a sus lugares de origen con la esperanza de establecerse de nuevo en el país, pero al volver se toparon con una cruda realidad: en sus comunidades no había oportunidades de reinserción laboral.
A pesar de ello, algunos repatriados decidieron iniciar pequeños negocios e incluso retomar las labores de labranza en las que se ocupaban cuando eran niños. Otros al no encontrar oportunidades, reconocieron que lo mejor era regresar a luchar por el “sueño americano”.
Otros, sin embargo, se habrían dedicado a organizar estructuras delictivas al involucrar a jóvenes de estas comunidades.
“Ellos lo que hacen es reunir cipotes y pueden influirlos a delinquir, entre estos están pandilleros que han sido deportados de Estados Unidos”, confirmó José Alejandro Argueta, jefe del puesto policial de Sociedad.
Argueta aseguró que el año pasado la Policía logró desbaratar un par de estructuras de pandilleros que se dedicaban a extorsionar y a sembrar miedo entre los pobladores de cantones y caseríos de Sociedad y de Corinto.
Se confirmó que la mayoría era deportada de las cárceles estadounidenses.
Nuevo fenómeno
Para el alcalde de Sociedad, Omar Lazo, varios municipios del departamento que anteriormente se mantenían con el producto de las remesas, ahora se enfrentan a la oleada de deportaciones generadas por las nuevas políticas migratorias de Estados Unidos.
Esta nueva realidad, aseguró, ha generado un problema que los municipios menos desarrollados todavía no están en capacidad de enfrentar.
“Para nosotros, los deportados son un problema que no teníamos anteriormente, pues esto nos ha venido a determinar un desgaste económico en nuestras comunidades”, dijo el alcalde.
El año anterior, Lazo recordó que las fiestas patronales (realizadas en marzo) prácticamente fueron un fracaso debido a las riñas que mantenían grupos delincuenciales, liderados por deportados.
Lazo agregó que con las deportaciones ha bajado la cantidad de remesas, lo que ha repercutido en la economía de las familias de la zona, que ahora han comenzado a dedicarse de nuevo a la agricultura y la ganadería.
El alcalde de Corinto, Gilberto Antonio Sorto, también aceptó que en su municipio algunos repatriados han comenzado a generar problemas de inseguridad, aunque prefiere pensar que la violencia que ahora se vive en estas comunidades forma parte de un fenómeno que ocurre en todo el país.
“En cuanto a los deportados a veces delinquen porque ya vienen afectados de otros países o porque no encuentran fuentes de trabajo, pero eso es una minoría”, señaló Sorto.
Oficialmente, la gobernación de Morazán y las alcaldías locales no poseen estadísticas que hagan cuenta de la cantidad de personas que han sido deportadas desde los Estados Unidos y mucho menos de cuántos de estos repatriados han venido al país a formar sus propias estructuras delictivas.
“En la gobernación no hay registro, ese lo maneja cancillería y el programa de bienvenido a casa, pero no nos hemos comunicado con ellos para solicitarles datos porque consideramos que la situación en este departamento no está muy crítica con relación a la cantidad de deportados que están viniendo”, justificó el gobernador de Morazán, Miguel Ángel Ventura.
La versión del gobernador contrasta con lo manifestado por el alcalde de Sociedad, quien afirma que solo en su municipio existen entre 100 a 200 deportados.
Agregó que no han censado a los repatriados porque no quieren que estos se sientan vigilados o excluidos, pues muchos de ellos presentan tatuajes en diferentes partes del cuerpo, lo cual se convierte prácticamente en un estigma social.
Fuente: LPG
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