La inseguridad desluce el primer año de gobierno del Presidente Funes

Por José Manuel Ortiz Benítez

Al principio, en noviembre de 2009, fueron 2,500, después 4,500 y ahora son más 7,500 militares custodiando las calles salvadoreñas para evitar el baño de sangre que diariamente nos damos los salvadoreños –entre 12 y 13 asesinatos al día, el más alto de todo el hemisferio.

En una medida extrema, casi a la desesperada para frenar la dolorosa pérdida de vidas humanas, el gobierno de Funes sacó al ejército a las calles para unirse al esfuerzo de la Policía Nacional Civil en la lucha contra la inseguridad que ahorca al país desde hace ya más de una década.

La decisión de sacar a los militares a la calle fue consensuada entre los miembros del gabinete del gobierno, pero fue Funes quien dio la cara para defender esa decisión.

No había otro camino. Se trataba de dar un parón a la tasa de homicidios para salvar vidas, mejorar la imagen de canibalismo, atraer la inversión y reactivar todo lo demás.

“Luego de una intensa jornada de reuniones con las autoridades del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, la PNC y autoridades de la Defensa Nacional, finalmente aprobé la ampliación del apoyo de las Fuerzas Armadas a la PNC, a modo de garantizar el orden, la paz interna y la seguridad ciudadana” dijo Funes aquella mañana de noviembre del año 2009.

Los efectivos militares se desplazarán en las 29 zonas de mayor peligrosidad del territorio nacional, concretamente en cinco departamentos, Sonsonate, La Libertad, Santa Ana, San Miguel y San Salvador, resumió el Presidente ante el pueblo delante de las cámaras.

Patrullajes preventivos, retenes, incursiones, registros, detenciones, incautación de droga, vigilancia en las fronteras y, la más reciente y novedosa, tomar el control de las prisiones, son algunas de las tareas del ejército en esta misión excepcional encomendada por el Sr. Funes, el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Salvadoreñas.

Hasta la fecha, se han realizado 300,000 registros, 130,000 patrullajes y 130,000 operaciones de diferente especialización. Se han capturado y detenido cientos de personas y centenares de cargamentos de drogas y armas, dice un comunicado emitido por el Ministerio de Defensa.

David Munguía Payes, Ministro de la Defensa Nacional, dijo el viernes 7 de mayo de 2010, que han cumplido con su labor porque han logrado “disminuir los índices delincuenciales de 14 y 13 a 11 homicidios al día; y la otra cosa importante es que hemos logrado contener esa espiral ascendente que traían los homicidios”.

El plazo excepcional de la intervención de los militares era inicialmente de 6 meses. Sin embargo, el plazo ha sido extendido por 6 meses más, hasta noviembre de 2010.

"Al cumplirse los seis meses iniciales, la labor castrense ha sido sometida a evaluación, y me complace decirles que, en lo referente al trabajo conjunto y a la coordinación con la Policía, consideramos que la experiencia ha sido un éxito y que la presencia militar en las calles ha tenido una repercusión muy positiva". dijo el Presidente Funes cuando anunció la extensión del plazo de la acción militar contra la violencia.

Si convenimos que la intervención militar era y sigue siendo excepcional y que su misión no es cambiar, de la noche a la mañana, la cultura de violencia que reina en nuestro país, sino bajar, en el más corto de los plazos, el doloroso drama de los homicidios, entonces podemos decir con rotundidad que la estrategia de los militares, a nuestro pesar y costo, no está teniendo los resultados deseados.

Veamos los datos según Medicina Legal:

Para simplificar los números, con el permiso de las víctimas, en la era Funes, entramos con 12 matanzas violentas al día y seguimos al día de hoy con 12 matanzas violentas al día.

Siete meses de uso “costoso” del ejército no han hecho ningún menoscabo en la tasa de homicidios. Seguimos matándonos los unos a los otros con la misma intensidad y velocidad que en el 2009, que fue el año más feroz desde que se registran estadísticas.

Lo que el Sr. Munguía Payes dice erróneamente es que entramos con 14-13 muertos al día y que ahora andamos con 11. Eso no es así, entramos con demasiados muertos al día y seguimos con demasiados muertos al día.

Me llaman la atención estas declaraciones del Sr. Munguía Payes porque, lejos de aceptar la realidad, se acercan demasiado aquellas chuladas que decía el Sr. Alias Antonio Saca. “Entramos con 13 o 12 al día y las hemos bajado a 6 y 7 al día” decía, como el que vende churros en la plaza, el buen ex presidente, al referirse a la gestión de la seguridad nacional.

El corto plazo se acaba y, si los homicidios siguen en la cresta alta, los ciudadanos hemos de poner los datos sobre la mesa y pedir responsabilidades. Se está matando a mucha gente y las pocas inversiones continúan marchándose a Chile, Costa Rica, Perú y Panamá. No se puede seguir gastando y endeudando a la ciudadanía sin resultados. Hay que recordar que el plan de seguridad del gobierno nos cuesta a los salvadoreños más de 70 millones de dólares cada año.

El gobierno de Funes ya ha agotado el 20% de su mandato –un tiempo razonable para la reflexión y la paciencia– y el cambio que se nos adeuda a los ciudadanos sigue estando pendiente de pago, incluso descontando como garantía las pequeñas mejorías entregadas, como la estabilidad de la transición, la buena voluntad, la no injerencia partidista, los uniformes, la retirada de la cuota en los hospitales, la pensión básica de los 50 dólares, y otras medidas de ese estilo.

Digo pequeñas mejorías porque en las grandes cuestiones nacionales –la creación de empleo, la reactivación de la economía, la emigración, la inversión, la transparencia, la lucha contra la corrupción, la eficiencia, la responsabilidad pública, y, la más esencial de todas, la seguridad de los ciudadanos– seguimos estando igual, es decir, con 12 masacrados al día, seguimos estando mal, bastante mal.

Otros artículos de este autor aquí - José Manuel Ortiz Benítez es Editor de Salvadoreños en el Mundo

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