Gobierno de Funes: Procesos de Selección

José Manuel Ortiz Benítez*

Reorganizar todo un gobierno de más de 3,000 altos cargos ejecutivos dentro y fuera del país y dotarlo de un plan robusto con miras a resultados y cambios cualitativos requiere luces excepcionales y recursos extraordinarios.

Soslayando lo más obvio –el recurso financiero– el desafío más importante de la nueva administración ejecutiva es el recurso que representan las personas: El Capital Humano, no hay otra cosa más importante para un gobierno y para un país que el recurso que representan las personas que lo conforman.

Se ha dado el primer gran paso, poner en el equipo de transición del presidente electo, Maurico Funes, a personas con solvencia, con capacidad, con honestidad, como María Isabel Rodríguez, Alex Segovia, Hugo Martínez, Hato Husbún, etc.

Las cosas, sin embargo, parecen ir más lentas de lo que desearíamos. Todo el equipo de Funes anda ataviado en esa gigantesca y minuciosa labor de cuantificar las situaciones ministeriales antes de la transferencia de poderes.

A primera vista, parece que prima el preciado y escaso recurso financiero sobre lo demás.

Ahí en esa gran tarea de “medición de cuentas y saldos” reside uno de los desajustes de esta transición. Hay tal cantidad de cosas que tiene que ver, cuantificar y verificar el equipo de transición, antes del traspaso oficial, que se ha desatendido la otra gran pata del asunto, la gestión del Capital Humano.

El sistema, ordenamiento o modelo de selección del talento humano para el próximo gobierno se ha quedado en segundo plano, muy por detrás de la verificación de los estados de situación y las cuentas monetarias de los ministerios y demás derivaciones ejecutivas.

Los estados de situación y el recurso financiero son importantes, pero no deben monopolizar o acaparar la mayor parte de la energía del equipo de transición.

Se deben adoptar más recursos para reforzar el sistema de selección para integrar en el ejecutivo a las personas más idóneas de una forma más abierta, más transparente y más democrática.

La estructura medular para evaluar, seleccionar y proponer el mejor talento humano que conformará el próximo gobierno es tan transparente o hermética que no se ve.

En este momento difícilmente se puede afirmar que se está siendo exhaustivo, riguroso y democrático en la llamada y selección de los mejores ejemplares –los más capacitados, los más honestos y los más leales al bien común– de nuestra sociedad para formar parte del próximo gobierno.

Hay un desfase –quizás grande o quizás no– en las fuerzas organizadoras que articulan el futuro gobierno. Se está invirtiendo mucha más energía en verificar “estados y cuentas” que en ordenar el modelo, el diseño, el mecanismo, los criterios, los requisitos, etc. para conseguir incluir a las mejores cabezas que han de ocupar los puestos claves del próximo gobierno.

Simplificando el modelo, el presidente electo elige él mismo a sus propios hombres, sus hombres de confianza –cosa que el Sr. Funes ya ha hecho– y éstos a su vez eligen a sus propios hombres de confianza. En nuestro país, es así como se ha hecho siempre: el hombre del sillón presidencial escoge a sus discípulos más allegados y éstos a sus sotas y caballos, así sucesivamente hasta llegar a la parte baja de la pirámide del poder.

El fallo que tiene este modelo ya lo hemos visto demasiadas veces: deja fuera de juego a una enorme cantidad de gente honesta, capaz y cabal, que no milita en partidos, que no tiene acceso al círculo del poder, que no financia campañas o que no cocina acuerdos y chanchullos bajo la mesa.

Ese modelo de selección utilizado por gobiernos anteriores se basó siempre en lo mismo: 1) cercanía y amistad al presidente; 2) nivel de aportación a la campaña; 3) afinidad ideológica; 4) afiliación partidista, etc.

Las 4 cosas son indomables y aceptadas en países libres. Sin embargo, en esta nueva edición ejecutiva, se debe hacer un esfuerzo mayor para intentar extraer lo mejor de nuestra gente y hacer a los ciudadanos participes, aun cuando no sean militantes, afiliados o colaboradores cercanos del partido, del “movimiento” o del hombre que resultó elegido presidente y su círculo de confianza.

Incidiendo o no en que ya se esté haciendo algo al respecto, la sugerencia podría ser la siguiente. Al igual que se formó el equipo de transición y otras comisiones, se debe intentar armar un equipo interino de unas 4 o 6 personas propuestas por el presidente electo Mauricio Funes y su equipo asesor para gestionar una unidad interina encargada de la gestión del Capital Humano para recomendar, evaluar y escrutar los perfiles de los puestos de primer, segundo y tercer nivel en un proceso más abierto, sino abierto totalmente para todos los salvadoreños.

Esta unidad tendría como misión establecer el modelo, los criterios, los mecanismos, los requisitos, las pruebas, las condiciones, etc. para recibir y enlistar al mejor Capital Humano que haya parido nuestro país y ponerlo al servicio del pueblo, con el aprobado final del presiente electo y sus asesores más cercanos.

Las nuevas tecnologías podrían ayudar a abrir y democratizar los procesos de selección, en donde todo aquel ciudadano que quiera participar pueda tener una mínima oportunidad de servir a sus conciudadanos.

Poner en marcha una unidad de selección de Capital Humano para el nuevo ejecutivo, abierta para todos, supondría dejar atrás el viejo modelo caciquista de “yo te pongo por que sos mi amigo, estás con el partido, contribuiste en la campaña o porque teníamos un acuerdo previo”.

El modelo abierto que aquí se sugiere también supondría un avance frente al otro modelo que intenta ver la luz en esta administración de Funes en donde cada sector de la sociedad prepara y propone sus propios candidatos al presidente electo y sus asesores.

En Estados Unidos hay una práctica que se pone en marcha en todos los relevos y cambios presidenciales. En el caso de Obama, se llamó Proyecto de Transición Obama-Biden en el cual cada ciudadano americano tuvo la oportunidad de solicitar por correo normal o por la red un puesto en la administración ejecutiva para servir a su país.

El modelo que se invita en estas líneas no intenta relevar el cómo se escogen los hombres de confianza de un presidente, sino cómo hacer el proceso de selección más democrático, más abierto, más al alcance del pueblo para que los ciudadanos puedan participar con méritos propios desde cualquier escalafón social en los puestos ejecutivos de primer, segundo y tercer nivel y sentirse que les han dado una oportunidad mínima para servir a su país y su gente.

Quizás lo anterior signifique pedir demasiado ...quizás sólo estemos deseando que el slogan de la campaña electoral – “Esta vez es Diferente” – se vuelva realidad.

Otros Artículos de este autor AQUÍ - *Miembro de Salvadoreños en el Mundo

Newer Post Older Post