Gobierno de Funes: Variaciones Ejecutivas

Por José Manuel Ortiz Benítez

En contraste con su historia política, El Salvador es un paisito minúsculo en términos de territorialidad y distancias físicas, lo que lo convierte en un país relativamente simple a la hora de hacer llegar un programa de gobierno a todos sus rincones. En efecto, somos menos tierra que algunas provincias de Nicaragua, Honduras o Guatemala. Sin embargo, el querido pedacito de tierra centroamericano, de apenas 21,000 Km2, cuenta actualmente con un gran gobierno ejecutivo que consta de 13 Ministerios, 18 Viceministerios, 9 Secretarías, 20 Presidencias o Direcciones de Instituciones Autónomas, 6 Superintendencias y 17 palancas ejecutivas denominadas “Carteras de Estado” (Foto: Funes, Martínez y Segovia).

De todo este andamiaje, cuelga una enorme cantidad de gente, entre ministros, viceministros, jefes intermedios, asesores, técnicos, administrativos, etc. sobre los que cae buena parte del funcionamiento y la ejecución de la rama ejecutiva del gobierno, que, en nuestro país, remolca, en buena medida, a las otras dos ramas del estado, la legislativa y la judicial.

Hay ministerios que están bien pensados para cubrir necesidades, pero hay algunos que pueden ser abolidos o absorbidos por otros y hay necesidades y colectivos para los cuales no hay ministerios, la pobreza, la mujer, el hermano migrante, etc. son sólo algunos casos.

En el caso de ministerios obsoletos –pero no irrelevantes– a la cabeza está el Ministerio y Viceministerio de Economía. Con una dolarización trepidante en la calle, un Ministerio de Hacienda, un Banco Central, etc. su función se ha quedado con poco peso. De hecho, actualmente sirve, en gran parte, solo para recabar informes de precios y previsiones de futuro, en nada se ocupa de la esencia que lleva su nombre: hacer frente a las crisis e impulsar la economía.

Con una función real semi-decorativa, lo lógico sería suprimir el gasto que suponen ambas estructuras y que sus funciones actuales sean repartidas entre Hacienda y el Banco Central de Reserva, este último en una necesidad imperativa de revitalizarse.

Como avance de lo que recomiendo más adelante, El Ministerio de Hacienda quizás debería rebautizarse “Ministerio de Economía y Hacienda”, siguiendo la estela de la mayoría de países modernos.

En la lista de nuevos ministerios, se encuentra la creación del Ministerio de Migraciones, una estructura que ya existe en países receptores de migrantes como Italia, Francia, o España, y que en el caso de El Salvador puede ser una innovación (necesaria) para países con altos niveles de emisión y población migrante.

La principal materia prima de las migraciones son las personas y éstas son recurso trascendental de cualquier país, en destino o en origen y, teniendo en cuenta las reales características transnacionales del pueblo salvadoreño, este tipo de estructura ejecutiva se vuelve una necesidad, si se quiere aprovechar, más allá de las remesas, la potencialidad de los emigrantes salvadoreños en el exterior (Foto IPS: migrantes salvadoreños aguardan en Guatemala rumbo a EE.UU.).

Como dato a futuro, se espera que más de 50,000 salvadoreños con nacionalidad estadounidense se jubilen y vuelvan a su tierra natal El Salvador en los próximos diez años. En la actualidad hay cerca de 5,000 jubilados salvadoreños afincados en el país con nacionalidad estadounidense, según datos de la propia embajada de EE.UU. Se trata de los primeros emigrantes salvadoreños que salieron del país en las década de los 70s y principios de los 80s.

En EE.UU. hay cerca de 3 millones de personas de descendencia salvadoreña, de los cuales 451,000 han nacido ahí, 240,000 se han naturalizado, 679,061 son redientes legales, 250,000 tienen protección de residencia temporal (TPS) y el resto presumiblemente están indocumentados. Es decir, hay más o menos unos 691,000 salvadoreños que son ciudadanos americanos y 1,371,666 hermanos salvadoreños rellenaron el formulario oficial del último Censo de Estados Unidos, siendo el grupo demográfico que ocupa el puesto número uno en el ranking de minorías con “mayor crecimiento” en la unión americana, desbancando a los cubanos y mexicanos, y el tercer grupo demográfico que más aporta a la composición de nuevos ciudadanos naturalizados en EE.UU. después de México y Cuba.

Toda esa masa de criaturas transnacionales tiene un potencial incalculable para el desarrollo del país. TACA es el mejor ejemplo, se ha enriquecido hasta niveles nunca soñados y ahora es la segunda aerolínea latinoamericana más grande del hemisferio después de Aeromexico, que también ha hecho lo mismo con los emigrantes mexicanos.

Con la creación del Ministerio de Migraciones, desaparecería la necesidad de mantener el Viceministerio para los Salvadoreños en el Exterior, ya que sus funciones pasarían a formar parte del Ministerio de Migraciones. Al puesto se recomienda un salvadoreño hábil, trillado en materia migratoria tanto en origen como en destino. Un emigrante de la Diáspora podría valer y su misión sería la de unir, tender puentes, aprovechar toda la potencialidad que representa la comunidad salvadoreña en el exterior en beneficio del desarrollo nacional. La recomendación es optar por un perfil más técnico y operativo que político-partidista.

El otro ministerio de nueva creación podría ser el Ministerio de la Mujer. La gran arrastrada en todo este tiempo de políticas “socialmente” fallidas en nuestro país ha sido la mujer, y consecuentemente, sus crías, o sea, toda la familia salvadoreña, que somos casi todos.

“Si las mujeres desaparecen, el cielo se nos cae encima y nos mata” dijo un Premio Nobel de Literatura. Ayudar a la mujer tiene un efecto “ventilador” en todos los miembros de la familia en su sentido más amplio, que incluye hijos, hijas, sobrinos, sobrinas, abuelos, abuelas, nietos, nietas, etc, es decir, en la estructura básica de la sociedad. De ahí que se deba hacer un esfuerzo especial para favorecerla y darle las herramientas y recursos para hacerla protagonista y socia relevante en el desarrollo nacional. Nadie se ha sacrificado más por la humanidad que la mujer (Foto worldproutassembly: tres generaciones de mujeres buscan agua para la familia).

Para la cabeza de este nuevo ministerio, se aconseja a una mujer “de raza”, entregada a las causas sociales y al avance de la mujer y las familias en todas sus facetas. Ana Evelyn Jacir de Lovo podría rescatarse de su nuevo puesto en la OEA para formar parte de la lista de candidatas.

En la tercera estructura, está el área social: lo más olvidado estos últimos 50 años. Se recomienda un súper “Ministerio de Bienestar Social”, como en el Brasil de Lula da Silva. Las brechas, abismos y barrancos sociales creados en nuestro país son incontables.

Para el puesto se aconseja a otra gran mujer, de perfil social y con una trayectoria de buena gestora, “resolve-dora” de problemáticas complejas, alguien que entienda de familias, de desarrollo y de políticas sociales encaminadas a la autosuficiencia de las personas, dispuesta a enfrentarse y a enderezar los graves problemas y errores sociales acumulados estas últimas 4 décadas.

En la foto general, el esqueleto global del gobierno ejecutivo, tal como está actualmente, parece bien afianzado desde el punto de vista estructural. Sin embargo, se pueden hacer reesfuerzos y se hace especial hincapié en la clara oportunidad para redefinir esquemas humanos, objetivos, funciones, pero, sobre todo, resultados, de forma transversal en todos los ministerios y dependencias ejecutivas.

Lo ideal sería hacer un diagnóstico o re-diagnóstico general de la situación de los grandes estados actuales del país –niveles de pobreza, homicidios, analfabetismo, migración, desempleo, desnutrición, mortalidad, corrupción, transparencia, asistencia social, salud pública, ingreso fiscal, etc.– Es decir, saber cómo estamos en realidad, para marcar cuál es el punto de partida y así en el futuro hacer un mejor balance de los resultados obtenidos durante la nueva gestión que arranca el 1º de junio de 2009.

Es un buen “gran” reto: saber cómo estamos en verdad –ya que hasta ahora se nos ha vendido un país bonito y soñado, honestamente creo que nos han ocultado ciertas verdades que todavía desconocemos– y cuantificar la gestión real sobre una base mesurable en el tiempo.

Los indicadores de la cuenta del milenio podrían tomarse como una vara para implementar mediciones de resultados concretos dentro del nuevo gobierno, con participación en la evaluación de las organizaciones sociales.

Como adelanté antes, probablemente también haga falta reajustar algunas denominaciones. El “Ministerio de Trabajo y Previsión Social”, por ejemplo, podría re-denominarse “Ministerio de Trabajo y Empleo”, y el “Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social” como “Ministerio de Salud Pública”. La parte de “Asistencia y Previsión Social” pasaría a formar parte del nuevo “Ministerio de Bienestar Social”. Nada importante, solo una cuestión nominal, que si les soy sincero, he copiado directamente del gobierno de Lula da Silva.

Por último pero no por ello menos importante, sería bueno entrarle seriamente a la idea de crear el puesto de Jefe de Gabinete en substitución del “Secretario Privado” o “Técnico de Presidencia” para encarnar la gran figura coordinadora de todos los ministros, directores y presidentes de las distintas ramas ejecutivas y parte del gran esfuerzo de la “concertación” que se requiere con el resto de fuerzas políticas. El puesto naturalmente tendría que estar reservado para el gran confidente del Presidente, Hato Husbún.

Como hemos visto, ahora todos aconsejan –mejor dicho aconsejamos– al presidente electo Mauricio Funes a armar un nuevo gobierno incluyente que le entre al gran juego maestro de la “concertación”, al “tender puentes” y hacer “las pases” con todos los sectores y sus sensibilidades.

Nada de malo hay en ello, al contrario, es una obligación para la estabilidad y la confianza. Sólo que antes nadie hablaba de las obligaciones de “concertar” con las sensibilidades de todos, menos aun conectar con las peticiones de la ala izquierda. Recordemos: antes (y todavía) las fuerzas políticas conservadoras se reunían con sus dos socios tradicionales y “pang” “gang” pasaban todas las políticas públicas, algunas con dedicatoria unipersonal como el caso del amigo Will Salgado. Ahora que las fuerzas conservadoras pasan a segundo plano, todos hablamos de concertación y buena onda entra las distintas sensibilidades, para lograr estabilidad.

Siempre hubo esa necesidad de “concertar” y “tender puentes” en los gobiernos anteriores, pero ahora es al presidente electo Mauricio Funes de la izquierda al que se le exige por los cuatro lados esa responsabilidad, que se ha vuelto una obligación.

No cabe duda, los analistas políticos también hemos madurado.

Los tiempos obligan a todos a amarrarse la cintura, especialmente al nuevo gobierno, que ahora estará más vigilado y forzado a llegar más lejos con menos, en los próximos 5 cortos años. De ahí que el presidente electo Mauricio Funes tenga que escoger bien las personas para los otros puestos en los grandes ministerios claves como Hacienda Pública, Relaciones Exteriores, Gobernación, Seguridad Pública y Justicia, Agricultura y demás para llevar a cabo las promesas y compromisos.

Al nuevo gabinete y al presidente electo suerte, que el esperado buen cambio se haga por el pueblo, no sólo porque éste último se merezca un gobierno eficaz y decente ...en realidad lo necesita ahora más que nunca.

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