Daños colaterales en el desierto
La Emigración Mata
Por José Manuel Ortiz Benítez*
“Pensé que estaba preparada para esto, pero no es así. Yo quería lo mejor para mis hijas, hoy daría la vida por ellas. La culpa me está matando”, dijo una madre destrozada por la poca piedad que tiene el dolor cuando perdemos a seres excepcionales en nuestras vidas. (Foto LPG: una madre llora por la muerte de sus hijas)
La madre se llama Leticia Gonzáles, vive en Los Ángeles y es originaria de San Vicente, El Salvador. Sus dos hijas, Blanca Lilia de 11 años y Luz Karina de 12, deambularon largo rato, durante varios días, solas por el desierto de Texas, hasta encontrarse, literalmente, con su destino final: la muerte.
En algún momento dado a principio del año 2007, cruzaron la frontera de México y EE.UU acompañadas de su tía para reencontrarse con su madre en Los Angeles, pero algo salió mal y terminaron en medio del desierto. Ahí, como en esas escenas macabras del oeste, solas, sedientas, sudorosas y nauseabundas cayeron sobre el polvo deshidratas bajo la inmisericordia del sol a esperar la llegada eminente de la muerte, que en estos casos nunca perdona.
Asi fue, según consta en el informe forense de medicina legal del estado de Texas, murieron por deshidratación.
Después de casi dos años de espera y de angustia, los del FBI en la ciudad de Los Angeles se presentaron en la casa de la madre y le entregaron un puñado de ADN en un sobre especial, que confirmaba que los tres cadáveres putrefactos encontrados en abril de 2008 por las autoridades federales de EE.UU., en medio de las áridas arenas del desierto de Chihuahuan, en Texas, eran los de sus dos hijitas y su cuñada, Ángela Bermúdez, tía política de las criaturas.
A doña Gonzáles, ahora el dolor le taladra el pecho sin ninguna piedad.
El destino tampoco tuvo ninguna piedad con las fallecidas, les reservó una muerte atroz, lenta y agónica. Dios sabe el sufrimiento que debieron pasar esas pobres mujeres solas, perdidas en las espantosas e interminables llanadas del desierto.
Ahora ya no están, el problema, la angustia, la agonía, se han trasladado a la conciencia de la madre, doña Gonzáles.
“Que tenga la seguridad la Sra. Leticia Gonzáles que este problema está resuelto” dijo el Presidente Elías Antonio Saca, en ese tono de auto-confianza agigantado que suele usar en los medios, cuando le preguntaron sobre el caso en Univision en su última visita a Los Angeles.
No quiero descontextualizarlo -no me gusta esa bajeza partidista que practican algunos medios bajo el cinismo del buen periodismo- naturalmente se refería a la parte monetaria para la repatriación de los cadáveres.
Tenemos que aceptar que así piensan los políticos, siempre en "contexto monetario", pero reconozco las buenas palabras que el Presidente tuvo para con la madre por la pérdida de sus dos hijas.
Sin embargo, el Presidente, Elías Antonio Saca, insiste en que la salida del país se debe a la “reunificación familiar” que buscan, con toda la naturaleza del mundo, los mamíferos de altas dependencias sociales, como somos la gran mayoría de seres humanos, pero no acepta que esa “reunificación familiar”, se deba, en primera instancia, a las faltas de oportunidades en nuestra tierra de origen.
Convendría darle una explicación al Presidente Saca de la diferencia entre “efecto” y “causa”. Probablemente, no la necesite, es mucho más inteligente, pero con todos los respetos, Sr. Presidente, la “reunificación familiar” no es una “causa”, sino un “efecto” de la emigración por falta de oportunidades.
Los padres, que son la cabeza de la familia, se fueron y se siguen yendo del país en busca de mejores oportunidades; los hijos, sus retoños, les siguen irremediablemente por que quieren “reunificarse” con ellos. Este efecto también se da a la inversa, primero se van los hijos y luego los padres. Es la naturaleza de algunas especies, como a la que nosotros los humanos pertenecemos. “Comportamiento grupal” parece que lo llaman los expertos en sociología.
Del párrafo anterior, creo que el lector, que es bastante inteligente, puede caer en la cuenta de qué es causa y qué efecto.
Por si acaso pudiera haber algún malentendido: no se culpa al Presidente de la República de la emigración del pueblo, ni mucho menos de las muertes de estas inocentes criaturas.
Tampoco se quiere culpabilizar al Estado por decisiones personales de individuos e individuas que optan por largarse del país asumiendo sus propios riegos, lo que se desea es dejar entrever al Estado su co-responsabilidad como último garante del bienestar común en este drama que produce la emigración por la incapacidad que el Estado tiene en el suministro de un marco nacional de seguridad, de creación de trabajo y de oportunidades para evitar o minimizar la hemorragia de gente que se tira al norte, demasiadas veces, a encontrarse con la muerte, como fue el caso de Blanca y Luz Karina de 11 y 12 años de edad respectivamente.
Otros artículos de esta autor: aquí - *Miembro de Salvadoreños en el Mundo
Por José Manuel Ortiz Benítez*
“Pensé que estaba preparada para esto, pero no es así. Yo quería lo mejor para mis hijas, hoy daría la vida por ellas. La culpa me está matando”, dijo una madre destrozada por la poca piedad que tiene el dolor cuando perdemos a seres excepcionales en nuestras vidas. (Foto LPG: una madre llora por la muerte de sus hijas)La madre se llama Leticia Gonzáles, vive en Los Ángeles y es originaria de San Vicente, El Salvador. Sus dos hijas, Blanca Lilia de 11 años y Luz Karina de 12, deambularon largo rato, durante varios días, solas por el desierto de Texas, hasta encontrarse, literalmente, con su destino final: la muerte.
En algún momento dado a principio del año 2007, cruzaron la frontera de México y EE.UU acompañadas de su tía para reencontrarse con su madre en Los Angeles, pero algo salió mal y terminaron en medio del desierto. Ahí, como en esas escenas macabras del oeste, solas, sedientas, sudorosas y nauseabundas cayeron sobre el polvo deshidratas bajo la inmisericordia del sol a esperar la llegada eminente de la muerte, que en estos casos nunca perdona.
Asi fue, según consta en el informe forense de medicina legal del estado de Texas, murieron por deshidratación.
Después de casi dos años de espera y de angustia, los del FBI en la ciudad de Los Angeles se presentaron en la casa de la madre y le entregaron un puñado de ADN en un sobre especial, que confirmaba que los tres cadáveres putrefactos encontrados en abril de 2008 por las autoridades federales de EE.UU., en medio de las áridas arenas del desierto de Chihuahuan, en Texas, eran los de sus dos hijitas y su cuñada, Ángela Bermúdez, tía política de las criaturas.
A doña Gonzáles, ahora el dolor le taladra el pecho sin ninguna piedad.
El destino tampoco tuvo ninguna piedad con las fallecidas, les reservó una muerte atroz, lenta y agónica. Dios sabe el sufrimiento que debieron pasar esas pobres mujeres solas, perdidas en las espantosas e interminables llanadas del desierto.
Ahora ya no están, el problema, la angustia, la agonía, se han trasladado a la conciencia de la madre, doña Gonzáles.
“Que tenga la seguridad la Sra. Leticia Gonzáles que este problema está resuelto” dijo el Presidente Elías Antonio Saca, en ese tono de auto-confianza agigantado que suele usar en los medios, cuando le preguntaron sobre el caso en Univision en su última visita a Los Angeles.
No quiero descontextualizarlo -no me gusta esa bajeza partidista que practican algunos medios bajo el cinismo del buen periodismo- naturalmente se refería a la parte monetaria para la repatriación de los cadáveres.
Tenemos que aceptar que así piensan los políticos, siempre en "contexto monetario", pero reconozco las buenas palabras que el Presidente tuvo para con la madre por la pérdida de sus dos hijas.
Sin embargo, el Presidente, Elías Antonio Saca, insiste en que la salida del país se debe a la “reunificación familiar” que buscan, con toda la naturaleza del mundo, los mamíferos de altas dependencias sociales, como somos la gran mayoría de seres humanos, pero no acepta que esa “reunificación familiar”, se deba, en primera instancia, a las faltas de oportunidades en nuestra tierra de origen.
Convendría darle una explicación al Presidente Saca de la diferencia entre “efecto” y “causa”. Probablemente, no la necesite, es mucho más inteligente, pero con todos los respetos, Sr. Presidente, la “reunificación familiar” no es una “causa”, sino un “efecto” de la emigración por falta de oportunidades.
Los padres, que son la cabeza de la familia, se fueron y se siguen yendo del país en busca de mejores oportunidades; los hijos, sus retoños, les siguen irremediablemente por que quieren “reunificarse” con ellos. Este efecto también se da a la inversa, primero se van los hijos y luego los padres. Es la naturaleza de algunas especies, como a la que nosotros los humanos pertenecemos. “Comportamiento grupal” parece que lo llaman los expertos en sociología.
Del párrafo anterior, creo que el lector, que es bastante inteligente, puede caer en la cuenta de qué es causa y qué efecto.
Por si acaso pudiera haber algún malentendido: no se culpa al Presidente de la República de la emigración del pueblo, ni mucho menos de las muertes de estas inocentes criaturas.
Tampoco se quiere culpabilizar al Estado por decisiones personales de individuos e individuas que optan por largarse del país asumiendo sus propios riegos, lo que se desea es dejar entrever al Estado su co-responsabilidad como último garante del bienestar común en este drama que produce la emigración por la incapacidad que el Estado tiene en el suministro de un marco nacional de seguridad, de creación de trabajo y de oportunidades para evitar o minimizar la hemorragia de gente que se tira al norte, demasiadas veces, a encontrarse con la muerte, como fue el caso de Blanca y Luz Karina de 11 y 12 años de edad respectivamente.
Otros artículos de esta autor: aquí - *Miembro de Salvadoreños en el Mundo
Mis condolencias para la madre.
ReplyDeleteBetty desde la bella tierra de Soyapango.
Pobre Mujer, que Dios la vendiga.
ReplyDeleteMiren amigos, primero mis condolencias a la madre que tendra que cargar esta cruz hasta su tumba.
ReplyDeleteLa verdad que las sandeses de Saca son un insulto para todos nosotros los trabajadores que tenemos TPS.
Nos venimos para el norte porque no hay oportunidad en el pais y dejamos lo que mas queremos nuestra familia.
A veces pienso que esta Tunca Saca debería estar mejor en un circo porque dice unas sus payasadas meras exageras.
ReplyDeletePero también tiene razón el articulo al mencionar que no todo es culpa del güebierno. Sin embargo si tiene bastante complicidad en el asunto, ya que tanto insiste en hacerse ver que El Salvador está tan talegon, y muchos tienen la penosa necesidad de huir del país porque aquí ya no se puede vivir bien.
¿Hasta cuándo se van tomar las medidas al respecto?.