Eslóganes electorales, la bulliciosa carrera hacia la conquista de la guayaba

Por José Manuel Ortiz*

Cuando me pidieron mi opinión les dije que no, que ese lema no encajaba, que lo mejor era un eslogan electoral más cercano, algo que llamara la atención de los ciudadanos y que resumiera el mensaje del partido en una frase más sencilla, más precisa, de corte cotidiano. “Yo pondría ‘Compromiso con el pueblo’” a secas les sugerí. No me hicieron caso. Al final se decidieron por “Vota con el Corazón ”. En las elecciones, sus resultados bajaron a más de la mitad aquel año. No fue por el eslogan de campaña, fue por otras razones más serias.

Los señores del partido me han vuelto a consultar. Esta vez, mi respuesta fue: “Intenten negociar los puestos claves, tomen los $700,000 que les ofrece el magnate del ladrillo y fusionen el partido con su Candidatura Independiente”. Tampoco me hicieron caso. El partido ahora está al borde de la quiebra. Pero volverán. Se trata de gente experimentada en remontadas y naufragios políticos, supervivientes natos de la Época de Carlos V, hace ya más de 500 años.

No soy un experto. Sencillamente trabajo de vez en cuando en el extraordinario mundo de la publicidad. Y hoy quiero dar unas pinceladas sobre los eslóganes electorales en la carrera por la guayaba, allá en El Salvador, mi querida tierra natal.

Como decía Jack el destripador, vamos a ir por partes. De este costado, tenemos el eslogan de “País más justo” del candidato de ARENA, Rodrigo Ávila, y del otro “Nace la esperanza, viene el cambio” de Mauricio Funes, candidato por el FMLN. De buenas a primeras, parecen empatados, pero en realidad uno está más trabajado que el otro.

Desde un punto de vista estrictamente publicitario, podríamos decir que el de ARENA se enfoca en “lo social” y el del FMLN en el “cambio”, curiosamente dos paradojas que han marcado la trayectoria histórica de ambos partidos políticos. Ni uno se ha distinguido por “lo social” ni el otro por el “cambio”. Al revés, uno se centró en el “mercado” y el otro se ancló en "su pasado". Me remito a los hechos, las declaraciones, las leyes aprobabas, las leyes no aprobadas, los presupuestos, los resultados electorales, los resultados sociales y demás datos que así lo demuestran.

Gracias a San Nicolás de Tolentino, Señor Jefe de mi entrañable pueblo allá en oriente, ahora las cosas han cambiado, o por lo menos, parece que están cambiando.

ARENA y el FMLN han creado concienzudamente sus eslóganes para aterrizar encima de las cabezas de las masas con aires renovadores, distanciándose cada cual de las posiciones más extremas que les ha caracterizado en los últimos años. Ambos andan pateando la calle como nunca, intentando recuperar de un golpe el tiempo perdido y reajustarse a las nuevas realidades, primordialmente dos: “lo social” y el “cambio” que, de repente, han aparecido como por arte de magia, como si jamás hubieran existido.

Sus eslóganes electorales son el grito al aire de lo anterior, en versión creativa.

Poco se le puede añadir a “Nace la Esperanza, viene el Cambio” del FMLN sin distorsionar el núcleo del eslogan: “la esperanza por el cambio”, por lo que, desde la perspectiva meramente publicitaria, podríamos decir que los responsables de la creación del slogan en el partido no lo han hecho nada mal. Quizás el “pero” podría estar en la longitud, al fin y al cabo el eslogan está montado sobre dos frases: “Nace la dsperanza” y “Viene el cambio”. En el 2000 en México eso hubiera sido demasiado largo, ahí el slogan de Vicente Fox fue “Somos Más”. Tampoco en EE.UU, ahí el slogan del momento es el temido y poderoso “Yes we can” de Obama.

Ahora bien, si se pudieran remplazar los términos centrales, “Esperanza” y “Cambio” y rehacer el slogan por completo quizás la opción más certera hubiera sido “Funes Presidente”, sin más adornos, parecido al diseño que hizo José Blanco, Secretario de Organización del Partido Socialista Obrero Español, cuando diseñó el famoso “ZP, Zapatero Presidente” que ayudó a la victoria del candidato socialista, José Luis Rodríguez Zapatero en las elecciones de 2004. El “ZP” lo decían hasta los bebés en las guarderías.

El mero hecho de que Funes no sea militante del partido, ya de por sí significa un cambio. Si a eso le añadimos la popularidad y la trayectoria del hombre como periodista, el eslogan, “Funes Presidente” encajaría perfectamente con todo lo demás: cambio, esperanza, ilusión, “apeal”, etc. de cara al electorado. Fonéticamente tampoco suena mal. De hecho, aunque no sea el slogan oficial, mucha gente corea desde hace algún tiempo “Funes Presidente” como si lo fuera.

En cuando al eslogan de ARENA, cualquiera de las dos versiones “País más justo” o “Un país más justo”, sí tiene espacios para refuerzos, como mínimo, uno. Sin quitar mérito a los creadores y asesores de la campaña de Ávila, entre ellos el nieto de Augusto Pinochet, la frase luce un tanto sobria, genérica, impersonal, indeterminada, siempre pensando con los principios del márquetin político, cuyo objetivo final, como hemos dicho antes, es la “chispa” para ayudar a conseguir el triunfo.

En “País más justo” hay algo que no va. Y no estoy hablando de imagénes subliminales, ni de oportunidades pasadas en las que no se atendió “debidamente” la parte social, que si las pongo sobre la mesa claramente le restaría credibilidad, sino de la estrategia estrictamente publicitaria del eslogan. Tal como está, éste suena lacónico, lejano, como diría el Embajador del Lenguaje en nuestro país, el doctor Escobar Galindo, “está incógnitamente distanciado de la realidad”, es como decir “lugar más justo”, no tiene ni el verbo ni la “muletilla” que lo dinamite, que le dé patas, que le dé fuerza y contenido.

“País más justo” amaga con dar en el centro, pero se queda en lo limítrofe. Está como un guiso que luce bien pero que le falta algo, un ingrediente revulsivo que lo potencie, que le haga resaltar todos los colores, los aromas, el sabor, el mensaje de fondo.

En este caso, cambiar el slogan por uno más personal como por ejemplo “Ávila Presidente” quizás no sería una solución segura, no tendría el efecto electoral deseado porque Ávila, a diferencia de Funes, no es una persona con buenas dotes carismáticas o comunicativas de cara al público, un requisito indispensable para esa clase de eslogan.

Sin embargo, con una pequeña cirugía, casi cosmética, el eslogan daría un vuelco radical, añadiéndole la magia de una diminuta preposición delante: “’Por’ un país más justo”.

La proposición añadida le da chispa, sabor, frescura, cuerpo, le pone el toque de pimienta y sal gorda que necesita y le hace desaparecer lo muerto e impersonal que lleva el eslogan incógnitamente encima.

La preposición además redondea el eslogan y lo deja servido en bandeja para un sinfín de posibilidades a la hora de finalizar discursos:

“Por un país más libre”
“Por un país más solidario”
“Por un país más fuerte”
“Por un país más saludable”
“Por un país más educado”
“Por un país más decente”
“Por un país más respetado”
“Por un país más democrático”
“Por un país más igual”
“Por un país más justo”
“Por un país” a secas.

Naturalmente lo anterior no asegura nada, y no evita que la gente se haga la pregunta "¿Y qué han hecho estos útlimos 20 años"? Sólo es un simple ejercicio en el que hemos querido pasar el ojo clínico a los actuales eslóganes de los dos principales partidos desde el punto de vista del lenguaje simbólico y su papel en el márquetin político de nuestro país en las próximas elecciones.

En estas bulliciosas elecciones que se avecinan hay mucho oro en juego y como algunos sostenemos el lenguaje es un arte y la publicidad es una potente herramienta que mueve masas y montañas, y, por supuesto, puede ayudar a ganar o perder elecciones.

*Miembro de Salvadoreños en el Mundo - ©Salvadoreños en el Mundo

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